ivermectina

Ivermectina en COVID-19

  Dentro de los tratamientos farmacológicos planteados contra la COVID-19 encontramos la Ivermectina, un antiparasitario que si bien en Europa y EEUU no se ha empleado demasiado, sí que está siendo, muy utilizado  en países latinoamericanos como Guatemala, Bolivia, Perú, Honduras, Brasil o México y forma parte de su estrategia sanitaria contra el coronavirus. Por ahora, tanto la FDA como la OMS consideran que se necesitan más pruebas para recomendar el uso de ivermectina. 

  La ivermectina es un antiparasitario derivado de la avermectina  que ha demostrado acción antiviral in-vitro frente a ciertos virus (incluyendo el SARS-COV-2). La ivermectina inhibe a las proteínas de la familia de las importinas, que reconocen señales de localización nuclear de proteínas virales, promoviendo su replicación. Sin embargo es necesario recalcar que, además de no siempre ser los resultados invitro extrapolables a invivo, las dosis que demostraron inhibición in vitro del coronavirus son muy superiores (hasta 25 veces) a las concentraciones plasmáticas que se consiguen con las dosis habituales de ivermectina. 

  Además de esta acción antiviral, la ivermectina ha demostrado in vitro y en modelos animales acción antiinflamatoria por reducir la producción de TNF-alfa, IL-1 e IL-6, y suprimir la translocación de NF-kB inducida por LPS (lipopolisacárido, componente de la membrana externa de las bacterias Gram negativas). Esta acción antiinflamatoria podría ser últil en COVID grave, en el cual se produce una «tormenta de citoquinas». 

  Dos metaanálisis (1, 2) realizados sobre la efectividad de la invermectina en COVID mostraron resultados muy prometedores.  Al analizar los diferentes ECA publicados, se observó una reducción en la mortalidad, recuperación clínica más favorable y menor estancia hospitalaria. Sin embargo, estos resultados son preliminares y deben ser tomados con cautela.

  • Algunos de los estudios incluidos en las revisiones carecen de buena técnica  metodológica, lo que podría derivar en un sesgo.   También existe un claro «sesgo de publicación», al publicar sólo los ensayos con resultados positivos y descartar los negativos.
  • Los resultados podrían ser inconsistentes y de una certeza baja debido a su realización en diferentes países con diversos estándares, con medidas de resultado virológico diferentes y obtenidas a distintos intervalos de tiempo o con diferentes umbrales de sensibilidad en las pruebas PCR.
  • Las asombrosas  reducciones en la mortalidad, entre el 48% y el 88% según uno de los metaanálisis citados, bien podrían deberse a un tamaño de muestra insuficiente (la mejoría en la supervivencia del 75% observado en un estudio se basa solo en 71 muertes, recabadas de seis ensayos clínicos distintos).

CONCLUSIÓN

  Actualmente la evidencia a favor de la ivermectina es de una calidad baja y no es prudente aconsejar su uso generalizado por ahora. Efectivamente existen ensayos que justifican su uso en el contexto de la investigación sanitaria y a lo largo de 2021 concluirán carios ensayos varios ECA que nos darán mejor información sobre la utilidad terapéutica de la ivermectina.

  Sería plausible que el tratamiento con ivermectina termine en fracaso, resultando similar al caso de la hidroxicloroquina, que a pesar de sus buenas expectativas iniciales (basadas en ensayos de mala calidad), acabó resultando inútil. Sería deseable que medios de comunicación, profesionales e incluso sociedades médicas no generen falsas expectativas. Conviene también recordar que la ivermectina no es un medicamento inocuo y que como cualquier otro tiene sus riesgos asociados.

 Existen teorías conspiranoicas que sostienen que algunos países rechazan su uso (dejando morir a sus ciudadanos) para favorecer los intereses de la industria médico-farmacéutica en favor de tratamientos más caros. Obviamente esto carece que cualquier fundamento, siendo simplemente uno de muchos disparates que circulan a través de internet. 

 

Autor: Roi Cal Seijas. Farmacéutico. 

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