Son ya muchos los tratamientos «prometedores» que se han propuesto para el tratamiento de la COVID, desde la suplementación con vitamina C hasta el uso de los más vanguardistas antivirales como el remdesivir. Pasando por la popular hidroxicloroquina, la azitromicina, la melatonina, la ivermectina, la vitamina D o el fenofibrato. Ninguno de ellos ha sido hasta ahora capaz de demostrar de forma clara una reducción en la mortalidad. El último actor en saltar a la palestra ha sido la colchicina, publicitada en los medios a través de una nota de prensa haciendo referencia al estudio COLCORONA. Los titulares nos prometían una asombrosa «reducción del 25% las hospitalizaciones, un descenso del 50% en la necesidad de ventilación mecánica y en una reducción de la mortalidad del 44 % las muertes».
¿COMO FUNCIONARÍA LA COLCHICINA EN COVID?
La colchicina es un medicamento empleado principalmente en las crisis agudas de gota. Reduce la respuesta inflamatoria consecutiva a la deposición de cristales de urato en las articulaciones, al interferir en el ensamblaje de los microtúbulos disminuye el flujo leucocitario e inhibe la fagocitosis de los microcristales de urato, con lo que reduce la producción de ácido láctico evitando un pH ácido y con ello la precipitación de los cristales de urato.
Precisamente por esta acción antiinflamatoria e inmunomoduladora está también indicada en el tratamiento de la artritis gotosa, la esclerodermia, la fiebre mediterránea familiar y de afecciones venosas inflamatorias. Su mecanismo de acción exacto no se conoce con exactitud, pero sabemos que disminuye la liberación de la interleucina-1 beta y la expresión de otras citocinas e interleucinas proinflamatorias. Esta mecanismo de acción sería el que la podría estar detrás de su aparente acción frente a la infección por SarsCov2, que ahora sabemos que produce sus daños más graves al inducir una respuesta por parte del organismo conocida como «tormenta de citoquinas». Otros medicamentos que presentan esta actividad, como corticoides (dexametasona) e inmunosupresores (tocilizumab), han mostrado su utilidad para reducir la mortalidad en pacientes con covid grave.
ENSAYOS CLÍNICOS
La colchicina se está investigando en el ensayo RECOVERY (Randomized Evaluation of COVid-19 Therapy) junto a otros potenciales candidatos. Datos preliminares de pequeños estudios sugieren una mejoría en términos progresión clínica, duración de la hospitalización y necesidad de oxígeno suplementario. Estos resultados deben ser aún tomados con precaución, como recomiendan los propios autores de los ensayos, hasta estudiar más a fondo su relevancia clínica (1 , 2)
Pocos días después de la nota de prensa anunciando la alta eficacia de la colchicina por fin pudimos tener acceso al la versión preprint del estudio COLCORONA para poder hacer un análisis en profundidad. La conclusión de los autores era clara: «entre los pacientes no hospitalizados con COVID-19, la colchicina reduce la tasa combinada de muerte u hospitalización» aunque sin encontrar por ninguna parte los elevados porcentajes de actividad a los que hacía referencia la mencionada nota de prensa». El estudio se ha realizado aleatorizado, a doble ciego y con casi 4500 pacientes.
Una lectura crítica del mismo nos obliga a hacer varias puntualizaciones:
- El estudio finalizó tempranamente cuando se alcanzó el 75% de la muestra planificada. Estadísticamente existe la posibilidad, dado el tamaño de la muestra predefinida y la finalización temprana, de que el resultado obtenido se deba al azar.
- Existen diferencias en algunas características de ambos grupos que podrían beneficiar al grupo de tratamiento (más pacientes hipertensos en el grupo placebo que en el de colchicina, 34,9% vs 37,6%).
- La reducción en la necesidad de hospitalización es del 1,4% (un caso por cada 70 pacientes tratados), modesta aunque clínicamente relevante.
CONCLUSIÓN
La colchicina podría ser clínicamente útil pero el estudio COLCORONA adolece de validez interna por finalizar prematuramente. Para que el balance riesgo/beneficio sea favorable al uso de colchicina, dado su potencial de efectos adversos, estrecho margen terapeúitico e interacciones farmacológicas, los pacientes candidatos a ser tratados con colchicina deberían ser cuidadosamente seleccionados (personas con alto riesgo de padecer COVID grave que requiera hospitalización).
A la espera de estudios posteriores conviene recordar el peligro de dar difusión en prensa y redes sociales a este tipo de noticias. Esta «prensa amarilla científica» suele implicar un aumento de las prescripciones no basadas en la evidencia, aumento de la automedicación y de efectos secundarios a los pacientes y, como ya ha ocurrido en otras ocasiones, desabastecimiento de moléculas. Es más preocupante si cabe ver como profesionales sanitarios y sociedades dan difusión a estas noticias, sin esperar a confirmarlas, amplificando con su credibilidad el daño.
Autor: Roi Cal Seijas, Farmacéutico comunitario.
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