Hoy 25 de Septiembre es el Día Mundial del Farmacéutico y el aniversario de esta asociación. Tradicionalmente nos gusta aprovechar este día para hacer autocrítica de la profesión y balance de lo acontecido a lo largo del año.

  El 2018 nos ha dejado un sabor agridulce. Por un lado hemos vivido con esperanza los cambios en el Ministerio de Sanidad que plantean un escenario cada cada vez más desfavorable para la homeopatía en España. El descrédito de la homeopatía entre los profesionales sanitarios en abrumadoramente mayoritario y entre la sociedad crece la concienciación contra los peligros de las pseudoterapias. La mejor prueba de esta dinámica negativa es la constatación del descenso en las ventas de homeopatía cada año. 

  A pesar de ello no podemos estar contentos viendo, día sí día no, noticias de pacientes engañados por charlanates que aprovechan su desesperación para robarles su salud y su dinero. Especialmente preocupante es el caso de los pacientes oncológicos, grandes víctimas de las pseudoterapias, que frecuentemente depositan sus últimas esperanzas en estos turbios personajes disfrazados con bata de médico.

El error que cometen lo pagan habitualmente con años de vida.

  En lo relativo a la profesión farmacéutica, a pesar de los avances, todavía vemos con sonrojo como algunas farmacias continúan recomendando este tipo de productos, cegados por la ignorancia y por la codicia. La indicación activa de homeopatía es una práctica minoritaria y con poco peso económico dentro del mercado farmacéutico, sin embargo es una losa que nos hace gran daño y nos desprestigia a todos profesionalmente.

  La venta, promoción e indicación de productos homeopáticos incumple claramente el Código Deontológico Farmacéutico, de obligado cumplimiento para todos los colegiados. 

  Los colegios profesionales y el Consejo deberían perseguir y sancionar estas prácticas, como ya hacen su homólogos médicos, en lugar de ser cómplices necesarios.